En reciente conferencia Luis Garicano, economista de
referencia de Ciudadanos, ha reiterado que su formación sólo pactará con
quienes acepten la lucha contra la corrupción y las reformas constitucional y
laboral, temas, los tres, de indudable interés, pero que necesitan mayor
concreción, tanto en la forma de luchar contra la corrupción como hasta dónde y
de qué tipo son las reformas que se proponen. En realidad, a estas alturas, a
nadie se le escapa que el desafío electoral del 20-D va a girar sobre tres vectores
fundamentales: la regeneración, la unidad de España y la economía.
Empezando por
esta última, el área económica será el pivote principal sobre el que gire la
campaña de los populares, ya que no se puede ignorar la indudable mejoría que
ha experimentado. Hace cuatro años al borde del precipicio y la intervención, y
hoy presentada por el FMI en su asamblea anual del 6 de los corrientes como la
economía avanzada que más crecerá en 2015 y 2016. Y ello, se dice, gracias a la
fortaleza de su demanda interna, es decir a su nivel de competitividad y a sus
tasas de consumo e inversión. En este aspecto, aparte cegueras o sectarismos,
la ventaja del Gobierno y del PP parece clara y rotunda frente a sus
principales adversarios.
Otro aspecto básico del debate será lo relacionado con
la unidad de España y la soberanía nacional, que algunos parecen relacionarlo
con la reforma de la Constitución sin explicar si la misma afectará o no a
tales principios e ignorando al parecer, con la verborrea habitual, que la
unidad en la diversidad ya la garantiza el sistema constitucional, a través del
propio texto de la Constitución y los Estatutos de Autonomía. Y por supuesto,
la apelación a la singularidad no puede encubrir ninguna fuente de
privilegios.
Esta última cuestión estará muy condicionada por la peculiaridad de
Cataluña donde, aparte otras cuestiones de fondo, se ha venido orillando la
legalidad de una forma torticera por el separatista converso Artur Mas y sus
adláteres, quienes han pretendido investirlo con una vitola democrática
prostituida, al olvidar que, en un Estado de Derecho, los actos políticos que
no se adecuen a la ley podrán llamarse cualquier cosa menos actos democráticos.
Precisamente este principio va a obligar a muchos a definirse ante esa
ambigüedad, sostenida en la equidistancia, entre quienes incumplen la ley y
quienes exigen su cumplimiento.
Si los andaluces, para acceder a su autonomía,
hubieron de superar el 50% del censo electoral en cada provincia, no es de
recibo que se pretenda poner en un brete a la soberanía nacional porque el 35%
del censo electoral catalán se haya pronunciado por la independencia en un
desafío al que el Estado tendrá que enfrentarse sin ambages y desde la fuerza
moral de la razón histórica, la lógica democrática y la convivencia de los
españoles. Es obvio que, visto lo visto, en este campo de la unidad y la
soberanía nacional, PP y Ciudadanos llevan ventaja a sus competidores.
Gracias a C's, el PSOE-A ni da cuentas de su pasado ni
estimula la eficaz gestión del presente
Es el tema de la
corrupción donde el PP parece tenerlo más crudo, dado el bombardeo de
cuestiones que afectan a exmiembros de dicho partido, cuya insistencia y
virulencia mediática no es equivalente cuando afecta a otras formaciones. Dado
que la existencia de corruptos es consustancial al ser humano, lo importante es
acreditar la voluntad regeneradora mediante la adopción de medidas adecuadas
para ello. El vulgo suele decir que «todos los hombres tienen un precio»
y que, «para corromperse, lo necesario es un poder que nos respalde»; de ahí
que en todos los partidos hay, ha habido y habrá corruptos, como lo acreditan
recientes casos de los nuevos partidos conocidos tan pronto han tocado
poder.
Pero el tema de la corrupción es especialmente sangrante en Andalucía
dada la naturaleza institucional del mismo, lo que ha convertido a la autonomía
en un régimen político. El pucherazo en la constitución de la Mesa del
Parlamento, los sucesivos vetos a debates parlamentarios, los procedimientos a
posteriori de expedientes irregulares, la reiterada desobediencia sobre 21
sentencias que afectan a empleados públicos, el descaro con que se eluden
responsabilidades sobre el programa europeo Jeremie y un largo etcétera no son
sino continuación de la conducta del régimen en el tema de los ERE, los fondos
de formación, Invercaria y tantos otros en que nadie sabía nada ni nadie
conocía a nadie.
Está bien que Rivera y Garicano hablen de limpieza regeneradora
en la oferta de Ciudadanos, pero no estaría de más que su partido dejara de ser
no ya el sostén, sino el aliado estable de un PSOE andaluz que, gracias a
ellos, ni da cuentas de su pasado ni estimula la eficaz gestión del presente,
quizás porque la lideresa del Susanato ya ha dicho que «con la gestión no se
ganan elecciones».
Como política de cuna, criada y crecida en el pudridero del
partido institucional, Susana Díaz sabe cómo mantener el poder en Andalucía: se
desmantela -con sutiles cambios de personas y procedimientos- la operativa
judicial, convirtiendo unos delitos piramidales que afectan a la cúpula del
poder en una serie de delitos menores para encausar a cuatro chivos
expiatorios. Se distribuyen favores puntuales socializando la corrupción,
incluso pagando alquileres a miembros del otro poder soberano, el Judicial. Y
para controlar al tercer poder, el legislativo, se pone al frente del mismo a
un sectario del partido y se busca el apoyo en la sombra de otro grupo, en este
caso de uno que venía a regenerar la política.
¿
Comentaristas de todo tipo no
dudan en afirmar que Ciudadanos, caído en las redes socialistas, terminará tan
chamuscado como sus antecesores Partido Andalucista e Izquierda Unida, que se
creyeron socios virtuales del socialismo andaluz y terminaron como serviles
lacayos. Es lo que suele ocurrir cuando se iza la bandera de la regeneración y
se termina sosteniendo al régimen más longevo y corrupto de España. El
refranero español lo dibuja con meridiana claridad cuando, ironizando, dice:
«Ir por lana y salir trasquilado».
Luis Marín Sicilia es notario jubilado y fue vicepresidente
del Parlamento de Andalucía con UCD.
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