La red clientelar y los maridajes de intereses sustentan a un "régimen" , cien días después de ser investida Susana Díaz.....
- “El maridaje entre los intereses políticos de la Junta y los de ciertos rectores es tan evidente que priman las políticas del régimen sobre las necesidades y conveniencias del mundo universitario”
- “Será muy difícil recuperar el crédito en la Justicia si la deriva que se ha impuesto no es frenada por los órganos superiores del poder judicial”
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El maridaje
La constante
permanencia del PSOE en la gobernanza andaluza, de manera ininterrumpida y
absoluta durante los 33 años de autonomía, solo es explicable por la habilidad
con la que ha ido tejiendo una red clientelar y una comunidad de intereses con
distintos grupos, con cada uno de los cuales ha sabido buscar analogías que
armonizaran objetivos comunes. Se ha tratado, en síntesis, de buscar puntos de
encuentro, colaboración y adaptación en cada situación para construir un
maridaje de intereses coincidentes.
La construcción
de la red clientelar ha sido ya tan ampliamente analizada que hoy resulta obvio
resaltar el papel que ha jugado la llamada socialización de la corrupción en el
"fondo de reptiles", la agencia IDEA, Mercasevilla, los ERES, los
cursos de formación y un largo etcétera. Sin embargo, hay otro aspecto de la
corrupción que merece un análisis profundo, y es la forma envolvente, la
astucia y el manejo de situaciones adversas con las que el partido socialista
consigue enredar a otros grupos o personas, hasta hacerlos cómplices, de forma
coyuntural o permanente, según le convenga, de su estrategia política. La
confluencia de intereses o la reciprocidad de favores entendidos son, en estos
casos, la medula de tal maridaje.
Por estas fechas
está en entredicho la conducta del Consejero de Economía y Conocimiento en su
anterior etapa de rector universitario. Se alude a su poca ejemplaridad y se le
acusa de modificar expedientes para aparentar legalidad, habiéndole imputado
los arquitectos amañar la reglamentación de un convenio millonario. Con
independencia del resultado de las investigaciones puestas en marcha, este caso
pone de manifiesto alguno de los defectos que provocan el lamentable estado de
la educación en nuestra tierra, donde no aparece ninguna universidad andaluza
entre las primeras cuatrocientas del informe PISA, encontrándose entre las
cuatro últimas de la tabla estatal, por debajo de la media europea y española.
Y es que el maridaje entre los intereses políticos de la Junta y los de ciertos
rectores es tan evidente que priman las políticas del régimen sobre las
necesidades y conveniencias del mundo universitario.
El triunfo de la
mediocridad sobre la excelencia que hoy padece la sociedad española es
consecuencia de la politización de la enseñanza y el trasfondo
"buenista" que sus responsables pretenden expandir entre su alumnado.
Por ello no es de extrañar que un reputado intelectual extranjero se
escandalizara recientemente, al conocer que el peso decisivo, en la elección de
los rectores universitarios, no lo tuviera el cuerpo docente sino los empleados
y los estudiantes, lo que sería incomprensible en cualquier país avanzado. El
resultado ya es sabido: inflación de titulados, bajo nivel medio de los mismos
y frustración de licenciados sin empleo. Y en la vida interna universitaria,
movidas políticas sectarias del tipo del clan de Somosaguas, donde sentaron sus
bases los profesores de último nivel que hoy pastorean el grupo Podemos, y
corruptelas de todo tipo, vía estudios "fantasmas" como el de
Monedero, o vía becas presenciales a distancia como la de Errejón.
“Será muy difícil
recuperar el crédito en la Justicia si la deriva que se ha impuesto no es
frenada por los órganos superiores del poder judicial”
Otras veces el
maridaje se produce de una forma más sutil y personal. Este sería el caso del
progresivo descabalgamiento de la juez Alaya de los procesos más procelosos en
que se investigan irregularidades graves por parte de la Junta de Andalucía.
Las actuaciones de la juez Núñez Bolaños no dejan duda, por muy candoroso que
se sea, del papel que el fiscal-consejero ha tenido en la tramoya montada para
privar a la ciudadanía andaluza del correcto conocimiento de los mayores casos
de corrupción de la democracia española. Será muy difícil recuperar el crédito
en la Justicia si la deriva que se ha impuesto no es frenada por los órganos
superiores del poder judicial. Y por supuesto, el justiciable mirará con recelo
la vuelta a la carrera fiscal, si se produjera, del consejero que parece haber
debido olvidar, a su paso por la política, la esencia de la función indagatoria
que le fue encomendada al ingresar en el cuerpo de fiscales.
La red clientelar
y los maridajes de intereses sustentan a un "régimen" que, cien días
después de ser investida Susana Díaz, se muestra, pese a no contar con mayoría
absoluta, firme y seguro en su perdurabilidad. Basta observar la habilidad, las
fintas y los recursos con los que ha abducido al grupo Ciudadanos, tanto en su
investidura como en la reciente postura sobre la comisión parlamentaria de los
cursos de formación, para percatarnos de que sus nuevos gregarios son una
pléyade de novatos con los que jugarán más fácilmente, bastante más fácilmente,
a como lo hicieron con un grupo tan avezado como el de Izquierda Unida en la
legislatura anterior. Palabras de dureza, puramente testimoniales, que luego se
vuelven cautas y precavidas a la hora de la verdad, hasta convertirse en
verdaderos socios para salvar al poder de los embolados más complicados, hacen
de dudosa fiabilidad a una opción que surgió de prisa y de manera improvisada
en Andalucía.
Posiblemente, en
este caso, el maridaje no sea con el grupo político como tal sino con su líder
andaluz, Juan Marín, que ha dado sobradas muestras de satisfacción con el papel
estelar que los socialistas simulan concederle. Su trayectoria no invita a
pensar en la solidez de sus ideas, dado el viaje protagonizado desde AP al
PSOE, luego al PA y por fin a unos ciudadanos independientes que han sostenido
durante ocho años a los socialistas gobernando su pueblo. Tampoco la elección
para presidir una comisión tan importante como la de los cursos de formación,
en la que ha colocado, de acuerdo con el PSOE, a un socialista que dejó de
serlo hace menos de dos años, como si en su formación no tuviera a nadie libre
de transfuguismo.
Lo anterior es
lamentable, pues no cabe duda de que el papel de un centro reformista siempre
es bien recibido por las mentes liberales, máxime en un contexto radical y
frentista. Pero una cosa bien distinta a ello es que el líder de la formación
llamada a cumplir ese papel, no ceje en su conducta de amagar y no dar para
terminar, con visos de un auténtico apaño, en armonía colaborativa,
coincidiendo y sosteniendo los intereses del Gobierno andaluz, sobre el que
recaen fundadas sospechas de corrupción sistémica. Es su partido el que debe
ponderar tales circunstancias, pero no cabe duda de la frustración que su
conducta está generando porque, con la misma, acredita el maridaje que, desde
un principio, parece arrastrarlo a una discreta conllevanza con el régimen
andaluz.
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